• viernes, 29 de marzo de 2024
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CICLISMO

Malori: "Tengo miedo de ponerme a llorar como un niño cuando esté entre todos los corredores"

El ciclista del equipo Movistar volverá a la competición el 9 de septiembre, 231 días después de su gravísima caída.

Adriano Malori en rueda de prensa. Foto Movistar team.
Adriano Malori en rueda de prensa. Foto Movistar team.

El italiano Malori volverá a competir en Québec y Montréal (Canadá), los días 9 y 11 de septiembre. Hoy martes compareció para describir su recuperación y mandar ilusión a quienes, como él, necesitan empeño y fuerza para recuperarse de graves lesiones neurológicas

Cuando Adriano Malori se ponga un dorsal el próximo 9 de septiembre, en el GP de Québec, 231 días después de su grave caída durante la quinta etapa del Tour de San Luis, solo una preocupación se inmiscuirá en sus pensamientos: “Tengo miedo de ponerme a llorar como un niño cuando esté entre todos los corredores del pelotón, esperando la salida”. 

La historia del ciclista italiano de Movistar Team es una lección emocionante, un camino de superación y una recuperación que apenas nadie entre la gente que conocía la seriedad de sus dolencias podía esperar tan rápida y completa. Una senda que, aun así, no ha estado exenta de instantes de desaliento, en los que ‘Malo’ perdió incluso toda ilusión.

“De aquel 22 de enero solo recuerdo que me encontraba muy bien en carrera y que había bajado a hablar con (Vincenzo) Nibali para proponerle que arrancásemos los dos juntos en unos repechos que había en el tramo final. A partir de ahí, nada más. Por lo que me contó luego Fran -Ventoso, compañero que rodaba a su lado en el pelotón cuando Malori pasó por encima de un bache que lo desequilibró-, la caída fue a unos 65 km/h.

Di directamente con la cara en el suelo y del fuerte golpe, el cerebro se movió, rozó, resbaló sobre mi cráneo, y fruto de ese rozamiento se produjo un hematoma en la parte izquierda del cerebro, que gobierna todo el lado derecho del cuerpo. A causa del accidente tengo casi media cara de titanio”, bromea, tratando de quitar hierro -valga la redundancia- al asunto. “Son piezas que cubren todo el pómulo y un trozo de la mandíbula. Estarán ahí toda la vida, pero con el tiempo serán la única secuela”.


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