• sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 08:50

Opinión / Periodista y dibujante cristiano. Trabaja para las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, imparte clases de Diseño de Videojuegos en la Universidad de Navarra y cada fin de semana presenta el programa Implicados en Navarra TV. También dibuja viñetas para Buigle.net y Religión Digital.

8 de marzo. La mujer y la Iglesia

Por Alejandro Palacios

En febrero de 2015, el Papa Francisco, en un discurso al Pontificio Consejo de Cultura, se mostraba “convencido de la urgencia de ofrecer espacios a la mujer en la vida de la Iglesia” y pedía “una presencia femenina más capilar e incisiva en las comunidades”.

Una conferencia en la que el pontífice afirmaba que “la Iglesia es mujer, es ‘la’ Iglesia, no ‘el’ Iglesia”.

Como cada 8 de marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer, un día instituido en 1975 por la ONU para luchar por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo. La ONU recuerda de esta manera a las mujeres corrientes como artífices de la historia. Un día que hunde sus raíces en la lucha de la mujer por participar en la sociedad en una situación de igualdad con el hombre.

Hoy hablamos de igualdad. El Papa Francisco nos recordaba el pasado año que la Iglesia, en este terreno, se encuentra en una situación algo más que mejorable. No es normal que, a día de hoy, una institución donde la mayor parte de sus fieles son mujeres (vayan un día entre semana a cualquier misa), donde el mayor número de personas consagradas son mujeres, y donde el mayor número de vocaciones proviene de mujeres, esté dirigida casi exclusivamente por hombres.

Y no me refiero a ámbitos congregacionales, sino al conjunto de la Iglesia.

Constataba el teólogo católico Edward Schillebeeckx que “de hecho, hay más mujeres comprometidas en la vida de la Iglesia que hombres. Y, no obstante, están desprovistas de autoridad, de jurisdicción. Es una discriminación”. Y yendo un poco más allá, el teólogo dominico sostenía que “la exclusión de las mujeres del ministerio es una cuestión puramente cultural, que en el momento actual no tiene sentido. ¿Por qué las mujeres no pueden presidir la Eucaristía? ¿por qué no pueden recibir la ordenación? No hay argumentos para oponerse a conferir el sacerdocio a las mujeres».

Creo que es bueno que en este día todos los católicos reflexionemos sobre esta situación y recordemos cómo en repetidas ocasiones Jesús recriminó la hipocresía social construida por los varones de su tiempo. Recordemos a ese Jesús que rompió esquemas, ese Jesús que trae a las mujeres un mensaje liberador y humanístico, que las las hace protagonistas.

En definitiva, ese Jesús que nos llama siempre a cuestionar la realidad. Incluso la de nuestra propia Iglesia.


  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
8 de marzo. La mujer y la Iglesia