• sábado, 27 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Apuntes políticos aberchándales a la gallega

Por Javier Ancín

La estrategia del número tres socialista Santos Cerdá de darle todo el poder a sus socios xenófobos está siendo un éxito: se hunde de nuevo el PSOE provincial, sube como la espuma el independentismo.

María Chivite, Pedro Sánchez y Carlos Cerdán, durante un acto electoral en Pamplona. EUROPA PRESS
María Chivite, Pedro Sánchez y Carlos Cerdán, durante un acto electoral en Pamplona. EUROPA PRESS

Se va muriendo poco a poco el PSOE regional como un día se murió hasta Franco, por mucho que la izquierda le haga cada semana el boca a boca, a ver si lo resucita. La estrategia del número tres socialista Santos Cerdá de darle todo el poder a sus socios xenófobos está siendo un éxito: se hunde de nuevo el PSOE provincial, sube como la espuma el independentismo.

No seré yo quien lamente el progresivo desmoronamiento del partido que, al menos desde Zapatero, más ha hecho por cavar una trinchera en la sociedad española, polarizándola hasta extremos nauseabundos. Nosotros los buenos, al otro lado el fascismo. Cavar trincheras suele ser mal negocio porque tarde o temprano se te derrumban y se convierten en tu propia sepultura.

Se suicida el PSOE para que viva un ratito más Sánchez hasta que muera también Sánchez y ya nadie se acordará del PSOE, como hemos visto que ha pasado en toda Europa. El drama del socilismo es que quiso ser un partido nacionalista periférico más pero, al final, solo va a existir en la calle Ferraz y lo que resista Sánchez en el gobierno. Tanto querer diferenciarse de Madrid para terminar siendo un partido exclusivamente del distrito madrileño de Moncloa.

Yolanda Díaz, nacida en Galicia, no es que se se muera, es que no ha llegado ni a nacer, abortada como opción política en su propia tierra. Ya puede regresar a Madrid, con el rabo entre las piernas, a decir biquiños por el barrio de Salamanca cuando se despida de los dependientes de las tiendas de lujo de Serrano.

Con todo, lo que más me ha llamado la atención de las elecciones gallegas es el misterio del idioma. Los políticos, sobre todo la del BNG, cuando hablan en gallego lo hacen con acento de Móstoles pero, en cambio, al hablar en español es cuando más gallegos parecen porque el acento es reconocible como de las rías y los centollos, de las vacas y las aldeas remotas.

Un fenómeno curioso este. Necesitamos a lo que odiamos para ser diferentes porque por nosotros mismos no generamos diferencia alguna.

Esto lo han entendido bastante bien en Francia, por volver a un ecosistema que conocemos mejor, donde lo vasco es más vistoso, más amable, con más luz porque no compite con lo francés, sino que es un además de lo francés.

El drama para los aberchándales es que este folclore amable gabacho por no competir, no compite ni contra España, que se están adueñando en Hipagggggalde de esa forma de vida, de esa forma de divertirse, de esa forma de reír y de ser, tan hedonista, que asocia a lo vasco con lo español. Lo vasco es lo que nos gusta de España y por eso lo hacemos francés. Es decir, que lo vasco en Francia y por extensión en Europa, es algo más parecido a la Carmen de Bizet que a la Polla Récords.

Al final quien te define es el de fuera. Eso lo saben hasta los aberchándales naburrikos más brasas, que necesitan del odiado latín como expresión máxima de su diferencia: lingua navarrorum. Y el monopolio de la definición de lo vasco en el mundo, se han hecho ya con eso también, la tienen los franceses. C’est la vie. Aguuuuggggg. Y eso es todo.


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