Qué le dirá. Miraba la foto del alikate del partido de la Eta y me pregunté en qué pensaría el mostrenco ese, que se negó el mismo día a condenar el asesinato de Tomás Caballero, parado ahí frente a su tumba.
Te niegas a condenar el asesinato de los terroristas de tu ideología y luego te plantas como si nada en el cementerio frente a la lápida del asesinado. Te jodes, supongo que le dirá. Mira lo lejos que ha llegado mi ideología matándoos. Vosotros al hoyo, a la nada, y yo al sillón de alikate de Irroña, al poder. Para que luego digan que la violencia no sirve para nada.
Asirón siempre ha dado muestras de que la violencia no le disgusta, ni la mayor ni la menor. No tiene problema con ninguna violencia. Su ideología la práctica sin pestañear como herramienta política desde siempre y no les ha ido mal. En Guipúzcoa asesinaron a un líder carismático que surgió del PP, que iba a ser alcalde de San Sebastián, y los populares nunca más levantaron cabeza.
Por momentos, viendo su cara de satisfacción en Sanfermines cuando asciende por la calle Curia, mientras sus simpatizantes hostian a compañeros de corporación y a funcionarios públicos del ayuntamiento del que es alcalde, que tratan de protegerlos, podría concluir que disfruta con ella. Cualquiera que viera la escena, su cara de felicidad en las fotos, es lo que con lógica deduciría. Este tío es un sádico, no ha tratado en ningún momento de deternerlo. Por no hacer, no ha pedido a los suyos ni que dejaran de pegar, solo sonríe y asciende, como levitando.
Si no disfrutara con la violencia habría despreciado a su número dos, Abaurrea, condenado por dar de hostias a dos mujeres, pero ahí sigue, sin contradicción alguna porque en la vida -dicen que una vez la condenó genéricamente pero que ya no se acuerda, no volviéndolo a hacer, por si acaso, nunca más- ha mostrado incomodidad alguna con la violencia política.
La violencia sabe que tiene premio y la tolera, la violencia sabe que es de los suyos y nunca va a ir en contra de ella. Si han llegado donde ha llegado sin condenarla, matando a los adversarios políticos para que no les hagan sombra -con el apoyo del PSOE, que sin sus votos nunca habría ganado la moción de censura contra Ibarrola-, ¿para qué iba a renegar ahora de los asesinatos a manos de los terroristas de su ideología?
Imagínate, mujer, que te violan una noche en una ciudad y el alcalde de esa ciudad se presenta en tu casa y te dice que no lo condena, que lo que quieras pero que no va a condenar esa violación. Imagínate, además, que todos supieran que los cuatro que te han cogido y te han violado son de la ideología de ese alcalde. Pues eso hace el alikate del partido de le Eta con sus asesinatos etarras, que lo que quieras pero que no saldrá de su boca una palabra de condena.
¿Que escándalo sería, verdad? Pues en Irroña no hay. Ahí tienes a Jabalí, sin ningún dilema moral en pertenecer a un partido que dice que esos asesinos tienen que estar en sus casas, nada menos. Hace un par de días lo volvió a recordar Otegi en una radio, por el bien de la convivencia, dijo. La convivencia entre asesinos y asesinados que no resucitarán jamás. Hay que joderse con esta convivencia de los cementerios. Y eso es todo.