Conforme me he ido haciendo mayor me pasa que las cosas de los niños, sobre todo cuando les vienen mal dadas, me desmoronan. A un crío no le tendría que pasar nada malo nunca. Ojalá existiera Dios, en el que no creo, para al menos enfadarme con él.
Un niño no tendría que enfermar jamás. Y mucho menos por estas fechas. Yo no sé si podría, me echaría a llorar como un Magadaleno y tendrían que consolarme ellos a mí. Supongo que por eso dicen que los deportistas de élite están hechos de otra pasta, más sólida, más equilibrada. Por eso cuando se tuerce todo, aguantan serenos, ayudando sin perder la calma, solidarios con el compañero, con el que está al lado, de una humanidad a prueba de corrosión.
De todos los actos de las navidades, me fijo en uno siempre con especial cariño porque me resulta el más entrañable: las visitas de Osasuna a los hospitales navarros. Esas miradas brillantes de los chavales encontrándose con las plantillas femenina y masculina de nuestro club salvan el mundo entero.
Llevarles un poco de consuelo, de disfrute, de paz, de alegría, de esperanza, de vamos a seguir disputando este partido juntos, esta prórroga la ganamos unidos, me produce una alegría reconfortante.
Para un misántropo como yo, asistir a este prodigio tan sencillo, un autógrafo, una foto con sus ídolos, una camiseta rojilla que abrazan esos pequeños como un salvavidas me reconcilia durante un rato con el mundo.
De un tiempo a esta parte, Osasuna está cuidando hasta el detalle más pequeño, de una manera callada, sin alardes, nunca impostada, jamás como mecanismo publicitario sino porque brota de dentro, porque sale así, se nota, desde el corazón, toda la dimensión humana que rodea al club.
No quiero hacer una lista porque me dejaría injustamente a alguno, pero fíjense. De aquí en adelante, miren, pongan la oreja, hay una melodía entre tanto jolgorio que surge dulce y tierna desde el alma de El Sadar. Osasuna rinde homenajes a personas que ya se nos fueron, Beriáin y sus palabras están presentes en cada partido, antes de salir al campo, marcadas a fuego en el túnel de vestuarios; pero, sobre todo, que suele ser lo más complicado, arropa a los que se quedaron.
Ese abrazo sincero a la familia del Fuentes que perdió a su hijo en un accidente de tráfico es lo que más me ha emocionado de Osasuna en el 2023. Y yo estuve en la final de Sevilla... y yo célebre el gol de Torró como un loco feliz en la grada. Pues esto lo miro en silencio, emocionado, como si hubiéramos ganado la final de la Champions. No soy de orgullos, pero me gusta mucho que, desde pequeñito, Osasuna sea mi equipo.
Gracias a los que trabajan ahí dentro, en el corazón y alma de Osasuna, a todos, por hacer de nuestro equipo un lugar, sobre todo, humano. Y eso es todo.
