Dice Jabois, en un artículo antiguo, que pocas cosas dan más miedo que encontrarte en una explanada a un montón de animales con los que no te puedes comunicar, y que uno de ellos es poder hacerlo.
No puedo estar más de acuerdo.
Me pasó este verano cuando bajaba de la urba a la playa, por la zona de la Marbella del Lendakari Ardanza, para correr un rato mientras amanecía, el susto que me llevé al darme de bruces con una gran piara de jabalíes que estaban comiendo en los bajos de un contenedor de basuras y que si me llevan a interpelar -hola buenos días, qué tal está usted- me da un infarto.
Algo de eso volví a sentir este pasado fin de semana, viendo la manifa en Bilbao de los etarras y demás socios del PSOE, que si daba miedo verlos, más terror producía escucharlos. Una manada de jabalíes reunidos a favor de asesinos pero no en silencio, sino pidiendo a coro que los matarifes de su ideología aberchándal barra izquierda, los asesinos de decenas de mujeres y de niñas sean amnistiados por Sánchez.
Es curioso cómo los asesinados hombres y niños han dejado de producir efecto alguno en la conciencia de los de izquierda, como si tuvieran alguna culpabilidad por ser hombres y niños, como si no fueran inocentes, como si se merecieran que les reventaran la cabeza de un disparo o les desmembraran de un bombazo.
Ya solo puedes intentar que sientan empatía por toda esa pila de cadáveres si son mujeres. Dentro de poco, cuando encuentren una coartada moral - el clásico eran niñas fachas, supongo- ni eso, se habrá cerrado para siempre su capacidad para asumir que manifestarse por la liberación política de asesinos, por mucho que sean de izquierda barra aberchándales, como ellos, por mucho que hayan matado en nombre de su pueblo vasco y a favor de la ideología política que comparten, es una aberración.
Tarde o temprano Sánchez los amnistiará. Todos poseen la misma visión del asunto: estuvo bien matar niños fachas por un fin nacionalista y socialista, para terminar por la vía rápida con nuestros adversarios políticos que nos lo querían impedir democráticamente en las instituciones, y cuanto antes pasemos página de lo que nos ha llevado al poder, mejor; por eso son socios en el gobierno, por eso el PSOE les regaló la alcaldía de Pamplona hace unas semanas.
No hay reproche moral alguno, lo único que les diferencia es la velocidad de las canalladas. El PSOE es más diésel, poliki-poliki, y sus socios etarras, como buenos txonis, van tundeados con mucha quincalla plástica y escape libre, metiendo acelerones por las calles para que se les oiga bien, para que vean lo mucho que corren; pero al final, la meta, el destino, es compartido.
Lo veremos, como hemos visto todo lo que heló la sangre de aquella madre de los Pagazaurtundúa que lo sabía, desde siempre, antes de que fueran perpetrando los del PSOE, punto por punto, la traición a todos los asesinados, empezando por los de su propio partido. Y eso es todo.
