• domingo, 28 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

La primera vez que me llamaron facha

Por Javier Ancín

Me vino ese recuerdo cuando me enteré de que el PSOE va a regalar la alcaldía al partido de la Eta. Vuelven al poder de Irroña los que desde pequeños nos están gritando por la espalda. A lo mejor a aquel primero que padecí es hoy hasta concejal.

El alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, y el concejal de Ciudad Habitable y Vivienda, Joxe Abaurrea, analizan el expediente del solar del Colegio de Salesianos. IÑIGO ALZU (17) (1)
Asirón y Abaurrea en una rueda de prensa. ÍÑIGO ALZUGARAY

La primera vez que me llamaron facha fue con 19 años, a grito pelado, un domingo por la mañana, medio de resaca. A mí y a todos los críos de 9 años del equipo de futbito, me gusta la palabra futbito, al que entrené durante un año.

Nos tocó esa jornada de la liga escolar ir a una ikastola y como mi cole no era del agrado del aita ese, se dedicó el partido completo a gritarnos “facha” en la totalidad de variables que se os ocurra: fachas a secas, putos fachas, fachas de mierda… me acuerdo porque me puso la cabeza aún más como un bombo de lo que ya la traía después de una noche de juerga universitaria. Y porque fue la primera y la primera siempre se queda grabada.

De vez en cuando me daba la vuelta, de pie en la banda, y lo miraba, fascinado por el despliegue de saña matutina, de odio sin freno contra un enemigo feroz, niños de nueve años jugando al fútbol y un entrenador de 19 que aceptó llevar a ese grupito de mi cole porque le gusta ese deporte sobre todas las cosas.

Creo que lo que más me impresionó fue que estaba rodeado de otros aitas y ninguno se apartó, dejándolo solo con su bilis, ninguno le dijo que parara, que ya estaba bien, que solo éramos niños jugando a ser futbolistas, soñando ser futbolistas, disfrutando de ser futbolistas. Silencio adulto. Sólido. El eterno silencio cómplice de siempre por estos lares. El terrible silencio denso de algo habrá hecho, en nuestro caso, ser de un cole concreto.

Pero de eso fui consciente más tarde, cuando me interesé por el aberchandalato, sus trastornados aberchándales y sus nueras. Cuando se habla de ambiente irrespirable, de odio, de bilis, de fanatismo, de violencia… ¿cómo pudo ocurrir todo eso?, me acuerdo de aquel partido escolar. De la violencia que sufrimos una cuadrilla de críos sin motivo alguno, por que sí, porque aquel demente nos hizo pagar todos sus prejuicios y todas sus frustraciones.

Terminado el partido hizo corrillo con el resto, sin problema alguno, riendo entre ellos.

Recuerdo que intenté descubrir de qué chaval sería el padre, para compadecerlo.

No fue la única vez que nos pasó eso, no fue un caso aislado, se volvió a repetir varias veces durante la temporada. Siempre en lugares, en espacios, en situaciones dominadas por el mismo espectro ideológico aberchándal. Siempre con el mismo grito: fachas. Niños fachas y el adolescente que los entrena aún más facha, supongo.

No volví a entrenar al año siguiente, asqueado y aburrido. Que los divierta gratis otro, me dije. Hoy que ya me la suda todo, hay algo de defensa a posteriori de aquellos chavales ante aquellas situaciones de abuso, de violencia sufrida, en todas estos folios que he ido numerando desde hace años.

Me vino ese recuerdo cuando me enteré de que el PSOE va a regalar la alcaldía al partido de la Eta. Vuelven al poder de Irroña los que desde pequeños nos están gritando por la espalda. A lo mejor a aquel primero que padecí es hoy hasta concejal. Sería lo suyo. Y eso es todo.


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